La crisis climática, una crisis nada igualitaria

Aguiratou Ouedraogo fetches water from a well to water her market gardening crops.

Gracias a un proyecto implementado por A2E y Oxfam, Aguiratou, de Burkina Faso, ha recibido formación sobre nuevas técnicas agrícolas de adaptación a los efectos del cambio climático. Tras adoptar estas técnicas y diversificar sus actividades, ahora puede alimentar a su familia durante todo el año, incluso durante el periodo entre cosechas. Foto: Samuel Turpin/Oxfam

Destructivos fenómenos meteorológicos, aumento del nivel del mar, incendios sin precedentes, hambrunas históricas... El cambio climático ya es una realidad y es una de las principales causas del empeoramiento del hambre, la migración, la pobreza y las desigualdades en todo el mundo. En los últimos años, tras haberse registrado ya un aumento de las temperaturas globales de 1°C, se han producido ciclones mortales en Asia y Centroamérica, y enormes plagas de langostas por toda África.

El año pasado, los daños provocados por fenómenos meteorológicos extremos agravados por el cambio climático alcanzaron la cifra récord de 50 000 millones de dólares. Estas pérdidas son el principal factor que ha llevado a casi 16 millones de personas en 15 países a una situación de inseguridad alimentaria crítica. A pesar de ello, los Gobiernos han retrasado la adopción de medidas para luchar contra la crisis climática, centrándose principalmente en abordar la pandemia de Covid-19.

20 mill./año

Durante los últimos 10 años, en todo el mundo, más personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares debido a fenómenos meteorológicos extremos que por cualquier otro motivo.

X3

El número de desastres relacionados con el clima se ha triplicado en 30 años. Actualmente se registra un fenómeno meteorológico extremo cada semana.

4 200 mill.

Las Naciones Unidas estiman que 1,23 millones de personas han muerto y 4 200 millones se han visto afectados por sequías, inundaciones e incendios desde el año 2000.

Uno de los principales agravantes de la desigualdad

La crisis climática afecta a todo el mundo, pero de manera desigual. El 1 % más rico del planeta (cerca de 63 millones de personas) es responsable de más del doble de las emisiones de carbono que las que producen los 3 100 millones de personas que conforman la mitad más pobre de la humanidad.

Sin embargo, las sequías, las inundaciones, los incendios y las tormentas afectan antes y en mayor medida a las comunidades más pobres y excluidas, provocando temporadas de cultivo impredecibles y malogrando cosechas y, con ello, induciendo un drástico aumento de los precios de los alimentos. Los habitantes de los países de rentas bajas y medias tienen cinco veces más posibilidades de verse obligados a desplazarse debido a desastres provocados por fenómenos meteorológicos extremos y repentinos que quienes viven en países de renta alta.

En todas las sociedades, los efectos del cambio climático afectan de forma desigual a mujeres y hombres. Las mujeres y las niñas se ven obligadas a caminar distancias más largas para recoger agua y combustible, y normalmente son las últimas en comer. Además, durante y después de que se produzcan fenómenos meteorológicos extremos, se encuentran en mayor riesgo de experimentar violencia y explotación.

Necesitamos medidas drásticas e inmediatas

Desde los fenómenos meteorológicos extremos a los enormes niveles de hambre que provoca, la crisis climática agrava las desigualdades que mantienen a las personas sumidas en la pobreza, poniéndonos en riesgo a todas y todos nosotros. Pero afecta en mayor medida a las personas que menos han contribuido a provocar este problema y que, a su vez, son quienes menos recursos tienen para protegerse de sus efectos.

Debemos poner fin al boom de milmillonarios, a las medidas para compensar en vez de recortar emisiones de carbono, a nuestra dependencia de los combustibles fósiles y al sobreconsumo del 1% más rico. Debemos adoptar medidas valientes para limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 °C. Debemos construir economías que antepongan a las personas y al planeta frente a los beneficios.

Estamos en un momento crítico para evitar una catástrofe climática irreversible. Si no lo hacemos hoy, mañana pagaremos un precio aún mayor. Si quienes más contaminamos nos quedamos de brazos cruzados, la crisis climática acabará con las vidas y los medios de subsistencia de millones de personas.